La industria de los videojuegos, a pesar de su crecimiento exponencial, no es ajena a los problemas laborales. Bandai Namco, uno de los gigantes japoneses del sector, se encuentra en el ojo del huracán tras revelarse que la compañía ha llevado a cabo despidos y ha pausado/cancelado varios proyectos, entre ellos un encargo hecho por Nintendo.
Según el medio de Bloomberg, Bandai Namco ha incurrido a una práctica tradicional japonesa conocida como oidashibeya, la que consiste en enviar a los empleados que se desea despedir a salas donde no tienen nada que hacer, esto con el objetivo de que renuncien por voluntad propia. Esta práctica, aunque cuestionable desde un punto de vista ético, es legal en Japón debido a las rígidas leyes laborales que dificultan los despidos directos.
Además de los despidos, se ha reportado que Bandai Namco ha cancelado y pausado varios proyectos, entre ellos juegos basados en franquicias populares como Naruto o One Piece. Pero lo que más ha llamado la atención en este punto, es la posible de un proyecto encargado por parte de Nintendo, lo que añade aún más incertidumbre sobre lo que viene por parte de la compañía.
Un portavoz de Bandai Namco ha reconocido que han habido despidos (más de 100 ya habrían dimitido) y las cancelaciones de proyectos, pero ha negado utilizar la práctica de la oidashibeya contra ellos (lógico, quién aceptaría algo así). Sin embargo, las fuentes de Bloomberg aseguran que esta práctica se ha llevado a cabo en la empresa.
Los despidos en Bandai Namco ponen de manifiesto los desafíos a los que se enfrenta la industria de los videojuegos en Japón. La presión por obtener beneficios y la competencia cada vez más feroz están obligando a las empresas a tomar medidas drásticas, a menudo a costa de sus trabajadores.
¿Qué tal? Como el p*co la situación, no tenía idea que existía esa práctica, aunque me intriga saber qué es lo que pueden o no hacer los trabajadores dentro de esas salas que les comento en la nota, porque si no pueden hacer absolutamente nada… al final es como una extrema sala de tortura psicológica.
Vía | Bloomberg